¿Es posible hacer visible la seducción, en lo obsceno?
La provocación, es productora, increpa, incita, induce, irrita, estimula, mueve, intenta excitar el deseo, o hacer que una cosa produzca otra como reacción o respuesta a ella. Provocar el espectador indirecta (pasiva), directamente (Activa) o pasivo-agresivamente para dar cuenta de las perversiones, veladuras o sombras de la conducta humana en lo social.
Pensar la provocación desde dos perspectivas, la “realidad” y la “apariencia”. Realidad del latín realitas y éste de res, «cosas». Significa en el uso común «todo lo que existe». De un modo más preciso, el término incluye todo lo que es, sea, accesible o entendible por la ciencia o cualquier otro sistema de análisis. Apariencia, en cambio, es un aspecto o parecer exterior de alguien o algo. Cosa que parece y no es. Disimula, vela.
En este sentido el interés en indagar en sus máximos exponentes, de ambos conceptos (realidad y apariencias), que son la obscenidad y la seducción respectivamente. Entendidos desde Baudrillar.
Obscenidad, proviene del latín obsenus, lo que esta fuera de escena ob-sena. Es la exacerbación realistica, obsesión maniaca de lo real. Es lo que acaba con toda mirada, con toda imagen, con toda representación.
Seducción, viene del latín Seducere tiene que ver con llevar aparte, o desviar de la vía. En este sentido, seducción va a ser la desviación de la verdad y o bien el proceso de reversión de la misma, es decir: "Más que nada estrategia de desplazamiento (se-ducere: llevar aparte, desviar de su vía), de desviación de la verdad del sexo"[1]
La seducción está signada a volver reversibles todos los signos, su estrategia es la de la ilusión, con ella muere la realidad a manos de las apariencias. Los signos seducidos secretan sus entrañas, sin secreto perduran como simulacro que guarda las apariencias, pero nada más; detrás el vacío.
Es así como ambas se presentan para provocar pero lo hacen desde distintas formas y ejes que a veces se entrecruzan en pequeños puntos o vértices.
[1] BAUDRILLARD, Jean. De la seducción. Madrid, Edit. Cátedra, 1989.
La provocación, es productora, increpa, incita, induce, irrita, estimula, mueve, intenta excitar el deseo, o hacer que una cosa produzca otra como reacción o respuesta a ella. Provocar el espectador indirecta (pasiva), directamente (Activa) o pasivo-agresivamente para dar cuenta de las perversiones, veladuras o sombras de la conducta humana en lo social.
Pensar la provocación desde dos perspectivas, la “realidad” y la “apariencia”. Realidad del latín realitas y éste de res, «cosas». Significa en el uso común «todo lo que existe». De un modo más preciso, el término incluye todo lo que es, sea, accesible o entendible por la ciencia o cualquier otro sistema de análisis. Apariencia, en cambio, es un aspecto o parecer exterior de alguien o algo. Cosa que parece y no es. Disimula, vela.
En este sentido el interés en indagar en sus máximos exponentes, de ambos conceptos (realidad y apariencias), que son la obscenidad y la seducción respectivamente. Entendidos desde Baudrillar.
Obscenidad, proviene del latín obsenus, lo que esta fuera de escena ob-sena. Es la exacerbación realistica, obsesión maniaca de lo real. Es lo que acaba con toda mirada, con toda imagen, con toda representación.
Seducción, viene del latín Seducere tiene que ver con llevar aparte, o desviar de la vía. En este sentido, seducción va a ser la desviación de la verdad y o bien el proceso de reversión de la misma, es decir: "Más que nada estrategia de desplazamiento (se-ducere: llevar aparte, desviar de su vía), de desviación de la verdad del sexo"[1]
La seducción está signada a volver reversibles todos los signos, su estrategia es la de la ilusión, con ella muere la realidad a manos de las apariencias. Los signos seducidos secretan sus entrañas, sin secreto perduran como simulacro que guarda las apariencias, pero nada más; detrás el vacío.
Es así como ambas se presentan para provocar pero lo hacen desde distintas formas y ejes que a veces se entrecruzan en pequeños puntos o vértices.
[1] BAUDRILLARD, Jean. De la seducción. Madrid, Edit. Cátedra, 1989.
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